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Opinión
18/01/2013
Maroto debe asumir que Vitoria-Gasteiz necesita presupuestos
Ya en los tiempos de la Constitución de Cádiz de 1812 se reivindicaba que “el objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”. Doscientos años después, esa proclama es más adecuada y necesaria que nunca. Así entiendo yo la política, como un instrumento que sirva para mejorar nuestra calidad de vida, para que todas las personas podamos alcanzar la felicidad. La política debe ser un medio para resolver los problemas de las personas, no para crearlos, que es lo que con demasiada frecuencia percibe nuestra sociedad. Y el presupuesto es la herramienta básica con la que cuentan las administraciones públicas para desarrollar sus políticas y atender las necesidades de la sociedad al objeto de garantizar el desarrollo y bienestar de todos sus miembros.
El Correo
Vitoria-Gasteiz no es ajena a esta necesidad. Nuestro municipio necesita de unos dirigentes con altura de miras y de unos presupuestos adecuados a las necesidades de las personas y centrado en lo actualmente prioritario: el fomento del empleo en una ciudad que cuenta ya con 21.700 personas desempleadas; y el mantenimiento de los servicios públicos destinados a preservar nuestro bienestar.
Soy consciente de que la credibilidad política no se sustenta en buenas palabras y discursos redondos de sus representantes, sino en hechos. Por eso, ante la inacción del gobierno municipal hemos presentado un proyecto de presupuestos para 2013 (ver documento completo en www.pnvgasteiz.eu). Es la primera vez en la historia del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz que un grupo político de la oposición presenta un proyecto de cuentas públicas. Un proyecto basado en la previsión de ingresos realizada por el propio equipo de gobierno, ajustado a la situación económica actual y centrado en las personas. Un presupuesto que no recurre a la deuda y que, a pesar de contemplar recortes al disponer de 50 millones de euros menos que en 2012, es capaz de mantener el empleo público y los servicios municipales directamente dirigidos a la ciudadanía. Un proyecto riguroso, realista, y viable que cuenta con el visto bueno del interventor general del Ayuntamiento y que cumple los requisitos económico-financieros para su aprobación. Es evidente que no es el proyecto que nos gustaría presentar, pero es el mejor posible a tenor de la situación económica que padecemos. Nuestra propuesta demuestra que los recortes de las políticas públicas no los tienen que pagar directamente los gasteiztarras, como plantea el PP en Madrid, Valencia o Vitoria.
Sin embargo, el alcalde Maroto sigue empeñado en imponer a golpe de decreto su proyecto de ciudad y de cuentas públicas. Limitar la participación del PNV en la negociación presupuestaria a un máximo de 5 millones de euros (el 1,5% del presupuesto) refleja la escasa voluntad del sr. Maroto por alcanzar un acuerdo. Convendrán conmigo que no resulta equilibrada ni proporcionada una negociación donde el PP pretende determinar el destino de 98,5 de cada 100 euros y el PNV solo puede definir el destino del euro y medio restante. En esas circunstancias por responsabilidad ofrecimos nuestra abstención, pero no un voto afirmativo. Sin embargo, nuestra abstención no le sirve a Maroto, que ha decidido excluir de la negociación al resto de grupos políticos, algo impropio de un alcalde que reivindica el consenso político.
Pero aún más grave que la forma de negociar, es su forma de proceder. Primero porque incumple sistemáticamente sus compromisos y los acuerdos alcanzados, como el firmado con el PNV para desarrollar el Plan de Equipamientos y Servicios. Maroto se ha gastado el dinero que financia ese plan en otros menesteres. Un plan que, por cierto, nunca hemos dejado ni dejaremos de defender porque en él va nuestra palabra. Y segundo porque incumple sistemáticamente la ley, tanto la normativa foral como la estatal que le obliga a presentar un proyecto de presupuestos. Maroto se siente cómodo con una prórroga que no le merma su capacidad de gasto y de acción y que le permite modificar el presupuesto a su antojo. Resulta evidente que el alcalde tampoco en 2013 se resiste a la tentación de seguir actuando de forma unilateral, imponiendo un modelo de ciudad que se olvida de su principal capital: las personas.
Actuar de espaldas al Pleno, máximo órgano de representación municipal y hurtar sistemáticamente sus competencias a la hora de debatir aprobar, modificar o rechazar los presupuestos ponen de manifiesto el verdadero talante de un gobernante. Las formas de actuar del sr. Maroto se asemejan más a las que desarrollan los gobiernos presidencialistas más deformados de América Latina, más cercanos a los sistemas dictatoriales, que a los modernos sistemas parlamentarios europeos.
El Partido Popular debe abandonar el binomio imponer-impedir: imponer cuando gobierna e impedir cuando está en la oposición, fórmula que desgraciadamente ha imperado en nuestro Ayuntamiento y que ha supuesto en la última década un despilfarro de más de 35 millones de euros en proyectos que o no han visto la luz o han sido mal gestionados por la improvisación y la precipitación de los gobernantes de turno. Maroto debe entender que Vitoria-Gasteiz necesita una clase política capaz de dialogar y acordar. Maroto debe entender que este municipio necesita consenso político para aprobar en 2013 unos presupuestos que den respuesta a las prioridades ciudadanas.
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